lunes, 9 de marzo de 2020

GRUPO #4: Las temperaturas aumentaron en Sierra Nevada durante el siglo XX al doble de velocidad que entre los siglos XVII y XIX

Las temperaturas aumentaron en Sierra Nevada durante el siglo XX al doble de velocidad que entre los siglos XVII y XIX

Científicos de la Universidad de Granada (UGR) (España) han reconstruido las oscilaciones de las temperaturas en Sierra Nevada a lo largo de los últimos 1500 años a partir del análisis de unas moléculas orgánicas que forman las membranas lipídicas de ciertas algas fotosintéticas que habitan en la Laguna alpina de Río Seco, situada a 3.020 metros de altitud en el Parque Nacional de Sierra Nevada.

Esta investigación, que publica la revista Climate of the Past, revela que durante el siglo XX las temperaturas aumentaron en Sierra Nevada al doble de velocidad en comparación con las tendencias registradas durante el siglo XVII y la primera mitad del siglo XIX, durante el llamado periodo pre-industrial.

Además, en la década de 1950 las temperaturas en Sierra Nevada superaron las registradas durante el periodo pre-industrial. El aumento de las temperaturas en esta zona durante el siglo XX ha sido también mayor que la experimentada en los Alpes. Esto, junto a la escasa precipitación que recibe el sur de la Península Ibérica, en comparación con otras áreas alpinas europeas, hace de Sierra Nevada un lugar mucho más vulnerable que otras áreas alpinas.

Al morir esas algas que los investigadores de la UGR han analizado, sus lípidos se preservan en el sedimento, presentando su abundancia y distribución una estrecha relación con la temperatura del agua en el que vivieron. “Conocer cómo han variado las temperaturas en estos últimos cientos de años, más allá del registro instrumental, es muy importante para saber cómo han respondido los ecosistemas alpinos de esta Reserva de la Biosfera que son altamente vulnerables ante condiciones climáticas y el actual calentamiento global, para así prever futuras respuestas ante unas perspectivas nada halagüeñas”, destaca el investigador principal, Antonio García-Alix Daroca, del departamento de Estratigrafía y Paleontología de la UGR.

Laguna alpina de Río Seco, situada a 3.020 metros de altitud en el Parque Nacional de Sierra Nevada (Granada). (Foto: DICYT)

Este trabajo es pionero en este tipo de reconstruccionesde temperaturas del pasado en Sierra Nevada. Para ello, primero se “calibraron” las abundancias de esos lípidos algales específicos (dioles) con las temperaturas instrumentales históricas (desde 1900 hasta 2008). “Esta calibración nos ha permitidotraducir en temperaturas los datos obtenidos de estos dioles para los últimos 1500 años”, indica García-Alix.

Tradicionalmente se había propuesto que el último glaciar de Sierra Nevada desapareció durante la primera mitad del siglo 20 por causas climáticas, principalmente por unaumento en la temperatura y una disminuciónen la precipitación. “Los nuevos datos obtenidos en este trabajo sugieren que,además,otros factores que reducen el albedo de la nieve y el hielo también pudieron jugar un papel muy importante en esta retracción glacial, acelerando su fusión”, indica el investigador de la UGR. Por ejemplo, diversas partículas provenientes de la atmósfera, como pueden ser las debidas a la polución o a los aerosoles africanos arrastrados por los vientos. Casos similares a este se han descrito en también en los Alpes.

La conjunción de la aridificación observada a lo largo de siglo XX en el sur de la Península Ibérica, del drástico aumento de las temperaturas,y de la desaparición de hielos perennes en Sierra Nevada, “condicionala disponibilidad de agua en esta zona alpina,lo que amplifica la presión ambiental sobre estos ecosistemastan vulnerables”. 
(Fuente: UGR/DICYT)

miércoles, 4 de marzo de 2020

Grupo # 3: El cambio climático modificará la distribución y abundancia de las plantas boreales comunes


Un estudio publicado esta semana en la revista Ecography predice el destino de 25 plantas comunes del sotobosque finlandés en las próximas décadas. Quince especies, desde arbustos enanos, herbáceas y gramíneas hasta musgos y líquenes, mostraron una respuesta significativa a la temperatura y se pronostica que podrán experimentar cambios en su distribución de 6 a 8 km/año hacia el norte. Esto supone que desde que se inició el estudio en 1985 hasta mediados de este siglo se habrán desplazado unos 460 km. Sin embargo, la abundancia de otras 10 especies parece no verse afectada por la temperatura, por lo que probablemente no sufrirán los efectos del calentamiento global.

“Algunas especies que se encuentran al sur de Finlandia alcanzarán regiones norteñas donde eran raras en la década de 1980. Es el caso de la gramínea Calamagrostis arundinacea, el falso lirio del valle Maianthemum bifolium, la flor de estrella ártica Trientalis europaea y el musgo Dicranum polysetum”, explica Sara Villén-Pérez, investigadora de la Universidad de Alcalá (España) y autora principal del estudio.

Por otro lado, el estudio predice que las especies que actualmente son comunes en los bosques boreales del norte reducirán su abundancia en sus áreas de distribución actuales. “Probablemente migrarían más al norte si pudieran hacerlo, pero el océano Ártico se lo impide. Este es el caso de la gramínea Carex globularis y del liquen de los renos Cladina rangiferina, cuya abundancia ha disminuido en el centro de Finlandia desde la década de 1950”, asegura Raisa Mäkipää, científica del Instituto de Recursos Naturales de Finlandia.

Calamagrostis arundinacea en el campo. (Autora: Raisa Mäkipää)

El estudio analiza el efecto del calentamiento global independientemente de otros factores que afectan a la vegetación del sotobosque, como la precipitación, el suelo, la luz o el tipo de arbolado. Los científicos destacan que solo pueden predecir cambios que potencialmente podrían ocurrir, pero que la distribución futura de estas especies dependerá de su resistencia al calentamiento in situ y de su capacidad de dispersión. Por ejemplo, es probable que las gramíneas y los musgos que dispersan sus semillas y esporas con el viento (por ejemplo, Calamagrostis arundinacea y Dicranum polysetum) respondan de manera más efectiva al cambio climático que las hierbas con baja producción de semillas y dispersión local (Maianthemum bifolium y Trientalis europaeus).

Los resultados del trabajo indican que algunas especies de plantas en Finlandia pueden experimentar uno de los impactos del cambio climático más intensos de la región boreal. El calentamiento probablemente influirá en la composición de la comunidad vegetal, por lo que los autores del estudio sostienen que será necesario monitorear los cambios futuros en las plantas del sotobosque para tener un indicador de los efectos del cambio climático en los bosques boreales.

El estudio combina datos del Inventario Forestal Nacional de Finlandia y del Instituto Meteorológico de Finlandia, y ha sido desarrollado por un equipo multidisciplinar que integra ecólogos forestales, estadísticos y biogeógrafos de la Universidad de Alcalá (UAH, España) y el Instituto de Recursos Naturales de Finlandia (Luke, Finlandia). (Fuente: U. Alcalá)

Grupo # 2: La vegetación es una herramienta clave para regular la temperatura urbana

La vegetación es una herramienta clave para regular la temperatura urbana


La vegetación refresca el microclima urbano. El análisis de tres barrios en Medellín (Colombia) permitió evidenciar que la inclusión de infraestructura verde –como vegetación, césped, arbustos grandes y árboles pequeños– puede reducir significativamente la temperatura al aire libre y en los tramos peatonales.

Esta es una de las conclusiones a las que llegó la arquitecta María Alejandra Herrera Hurtado, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien analizó y realizó modelaciones para verificar si la presencia de vegetación modifica el microclima en tres barrios de la capital de Antioquia.

Se trata de los barrios Fátima, de la Comuna Belén; el conjunto Siempre Verde –del barrio la Loma de los Bernal– y Santa Inés, de la Comuna Manrique, los cuales fueron elegidos por la investigadora y sus tutores –los profesores Luis Aníbal Vélez y José Fernando Jiménez– por tener características urbanas representativas de lo que ocurre en otras zonas de la ciudad.

Por ejemplo, el barrio Fátima se destaca por tener una forma compacta con trazado regular, se conforma como una área residencial de densidad baja y cuenta con edificaciones de 1 a 6 pisos, mientras que Siempre Verde es uno de los conjuntos residenciales con edificios de hasta 24 pisos que caracterizan las nuevas construcciones dispersas que han aparecido en las laderas tanto oriental como occidental de Medellín.

El Barrio Santa Inés, al igual que el Fátima, está organizado de forma compacta con trazado regular, pero tiene la particularidad de estar adaptado a una pendiente, y la mayoría de sus edificaciones son de 1 a 3 pisos.

Después de seleccionar los casos de estudio, la investigadora Herrera caracterizó la infraestructura verde y gris de cada uno y seleccionó los datos geográficos y meteorológicos que se emplearían en la modelación, a partir de información proporcionada por la Secretaría de Medio Ambiente del Valle de Aburrá.

Así se establecieron tres variaciones de diseño urbano: un escenario “actual”, para conocer cómo se comporta el clima con las características de morfología urbana y de vegetación existentes; uno “impermeable”, en el que se removió por completo la vegetación del espacio, y uno “potencial”, en el que la arquitecta realizó aportes para mejorar las condiciones de los tres casos de estudio, como la inclusión de antejardines o la siembra de diferentes especies de árboles.

El microclima de estos tres escenarios se modeló con el software ENVI-met, utilizado en amplios estudios de análisis microclimático en todo el mundo. Con él se consiguieron dos resultados: uno que se refiere a los cambios en la temperatura media radiante (TMR) –temperatura media de los objetos que rodean a una persona– y el comportamiento higrotérmico, o la sensación de comodidad que sienten las personas dentro de un ambiente.

Los resultados de la TMR fueron los más significativos, pues los escenarios se vieron positivamente alterados por la evapotranspiración y la sombra de la vegetación seleccionada.

El escenario actual del Barrio Fátima presenta una TMR que oscila entre los 28,2 °C para los casos más fríos, que frecuentemente se hallan debajo del follaje de los árboles, y los 62,2 °C para las vías que están más expuestas a la radiación solar directa.

En el escenario impermeable la TMR fue de 33,2 °C para los sitios en que la altura de las edificaciones permite sombrear, mientras que casi todo el escenario, a excepción de esa sombra, está expuesta al sol, con una TMR de 65,6 °C.

Por último, aunque el escenario potencial presenta una TMR de 30,6 °C (mayor que el escenario actual), es evidente que se debe a una sombra constante en todo el modelo, resultado de la arborización y de los antejardines propuestos; su TMR más alta alcanza los 62,4 °C.

El escenario actual de este barrio presenta una TMR que oscila entre los 31,6 °C para la pequeña cantidad de follajes de los árboles, y los 66,4 °C para el resto del modelo. El escenario impermeable se identifica una TMR entre 36,9 y 66,9 °C, donde todo está expuesto la radiación directa del sol, pues como los edificios son bajos se obtiene poca o nula sombra.

El escenario potencial de este barrio presenta una TMR de 28,0 °C (menor que el escenario actual), lo que evidencia el resultado de la arborización; la TMR también es menor que en el escenario actual, alcanzando los 64,7 °C.

“Esto no quiere decir que todos los barrios como este no tengan derecho a la vegetación, pero infortunadamente eso es lo que pasa en muchos casos, ya sea por su carácter de invasión o porque construyen las casas muy juntas y no hay espacio para un árbol, o porque la planificación urbana lo permite”, comenta la investigadora.

Por eso enfatiza en que es necesario incluir el diseño de infraestructura verde en los procesos de planificación y transmitir este conocimiento desde la academia en la formación de los nuevos arquitectos, para que como planificadores de la ciudad tengan en cuenta el microclima urbano en sus diseños. (Fuente: UNAL/DICYT)